8 mar 2017

ROSA - Micro Relato

Esta es la historia de una flor. Una flor de formas voluptuosas y llamativos colores, de apariencia delicada y tan hermosa que todo el mundo deseaba poseerla. La ingenua flor, creyendo que sólo pretendían quererla se dejó amar. Y amó. Con toda el alma. Entregándose sin límites, porque así entendía que debe ser el amor, porque así se lo mandaba su infinita bondad. Aquellos que prometieron corresponderle, le mintieron por beneficio propio. Temiendo que algún día se diera cuenta y se arrepintiera de haber dado tanto por tan poco la sometieron a su voluntad, silenciándola, despreciando su poder, menguando su autoestima. La tierna flor, oculta bajo las perversas ramas de sus captores, fue privada de la luz del sol, y dejó de crecer, marchitándose lentamente. Al perder su vitalidad comenzó a sentirse débil y se mostró cada vez más sumisa, menos capaz. Hasta que un día, una lluvia reparadora la sacó de su letargo, ayudándole a darse cuenta de que aquella no era ella, de que le estaban prohibiendo ser lo que siempre había sido. Justo entonces, recordó que tenía espinas. Su tallo estaba repleto de protuberancias puntiagudas que la hacían fuerte y que podía usar para defenderse. Así que las usó, con todo su ahínco, pinchando a todos los que quisieron dañarla. Pero no fue suficiente. Sus amantes protectores se habían hecho tan poderosos que no iban a dejar que ella, esa insignificante y pequeña florecilla les mostrara resistencia ni les privara de sus múltiples privilegios, por lo que empezaron a arrancarle los pétalos, uno a uno, intentando acallar de nuevo su voluntad. Fue entonces cuando la flor se percató de que no iba a poder vencer sola, y se le ocurrió un plan. Empezó a extender sus semillas por todo el campo, y miles, millones de flores crecieron a su alrededor, muy cerca unas de las otras, casi pegadas. Y estas a su vez hicieron crecer más flores, hasta que el prado quedó inundado de color. Entrelazaron sus tallos espinados para protegerse las unas a las otras y formaron un ejército tan poderoso que era imposible hacerle daño. 


Y así, la pequeña flor se transformó en un enorme ramo, voluptuoso y de llamativos colores, de apariencia delicada, pero tan fuerte y hermoso que nadie jamás logró poseerlo.


Feliz Dia Internacional de la Mujer pequeñas florecillas guerreras. 
Seamos todas una, no dejemos que nos pisoteen más, unámonos y que procuren no tocarnos los pétalos. Somos mucho más fuertes de lo que ellos creen.