2 abr 2017

PROTECTOR

La había visto crecer. De hecho, era conocedor de su llegada mucho antes de su nacimiento. 

Se percató en el mismo instante en el que advirtió la incipiente barriguita que su mamá lucía orgullosa bajo aquel vestido ajustado. 

Y lo confirmó al observar por la ventana cómo arreglaban con esmero su habitación; y al asistir paciente al desfile de familiares y amigos que entraban al portal cargados de algún regalo envuelto en alegres papeles de color infantil. Ha de reconocer que hubo un tiempo en que le resultó molesta. Él, tan acostumbrado al dulce canto de los pajarillos, quedó abrumado al ser este desterrado al olvido por culpa de aquel inconstante berrido hambriento de teta y atención. Pero todo su enfado fue relegado en el preciso instante en que la vio sonreír por primera vez.