Las palabras que ha aprendido por la noche desaparecen como por arte de magia al levantarse. Obligándolo a emprender de nuevo la monótona tarea de reaprender. Metódicamente repite una y otra vez los ejercicios durante el largo día. Tediosas pasan las horas, y le apremian los minutos por resultar cada vez más difícil. Pero perseverar lo mantiene vivo. Le anima la esperanza, y por ella consigue sobrellevar así los insulsos días.
Cuando por fin cae la noche, se mete en la cama satisfecho, con el orgullo inconsciente de no saber que al alba todo lo recuperado le habrá sido nuevamente arrebatado.
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